Definición: La encefalomielitis equina venezolana (EEV) es una zoonosis viral que afecta al hombre y a los equinos y es transmitida por mosquitos. En los equinos produce una enfermedad aguda, fulminante que termina con la muerte o la recuperación sin la presentación de signos encefalíticos, o se presenta como la clásica encefalitis clínica progresiva. En humanos, predomina un síndrome parecido a la influenza con liebre alta y dolor de cabeza frontal, y la muerte puede acaecer en gente joven o muy vieja. Pueden ser infectados una extensa variedad de huéspedes y vectores.
Historia: La EEV fue reconocida por primera vez como una entidad separada después de una gran epizootia de encefalitis en Venezuela en 1936. De 1936 a 1968, brotes devastadores se presentaron en equinos y humanos en Venezuela, Colombia, Perú y Ecuador. En enero de 1969, otra gran epizootia/epidemia se presentó en Ecuador, propagándose a Perú. En junio de l969, el virus fue transportado de Ecuador a Guatemala por medios no determinados. Esta epizotia/epidemia de gran magnitud se diseminó a El Salvador, Honduras y Nicaragua, extendiéndose en 1970 a Costa Rica y México, presentándose en Estados Unidos en 1971.
Signos clínicos: En los equinos la infección por EEV tiene cuatro presentaciones: (a) subclínica sin signos aparentes; (b) moderada, que se caracteriza primariamente por anorexia, fiebre alta y depresión; (c) severa, pero no fatal, caracterizada por anorexia, liebre alta, estupor, debilidad, tambaleo, ceguera y en ocasiones con secuelas permanentes; y, (d) fatal, con la misma secuencia de signos descritos anteriormente, pero terminando con la muerte. No todos los casos fatales en equinos están acompañados por signos específicos neurológicos. En general, son dos las formas de presentación de la enfermedad: (a) la forma fulminante, en la que predominan los signos generalizados, agudos y febriles, y (b) la forma encefalítica en la que dominan los signos neurológicos (SNC). El período de incubación que varía de 12 h a 5 días, es seguido de una subida en la temperatura de 32.4 a 40.5°C con pulso rápido y fuerte anorexia y depresión. Aunque la fiebre es el signo más temprano de infección con EEV, el inicio es insidioso por la presencia de inapetencia y excitabilidad leve que enmascara los signos.
Caballo postrado.Nótese el surco formado por el pataleo.
Frecuentemente progresa rápido, con depresión, debilidad y ataxia; seguidos por signos manifiestos de encefalitis, como son: espasmos (musculares, movimientos de masticación, incoordinación y convulsiones. Los primeros signos encefalíticos incluyen pérdida de los reflejos cutáneos del cuello y de la respuesta visual; también pueden desarrollar diarrea y eólico. Algunos animales pueden pararse en actitud depresiva o somnolienta sin prestar interés a lo que les rodea, mientras que otros pueden deambular sin rumbo o presionar la cabeza contra objetos sólidos. Cuando la enfermedad está muy avanzada, se quedan inmóviles y rígidos o sus movimientos son en círculos. El curso de la enfermedad puede interrumpirse en cualquier punto de esta secuencia de signos, con recuperación o postración y muerte. El curso de la enfermedad puede ser corto y la muerte puede sobrevenir en pocas horas después de observarse los primeros signos clínicos de encefalitis (durante epizootias son muy frecuentes los reportes de muerte súbita). Cuando el curso de la enfermedad es más prolongado; antes de sobrevenir la recuperación o la muerte por encefalitis, hay deshidratación y pérdida de peso.
Período de incubación: El período de incubación desde la inoculación del virus hasta la manifestación febril, generalmente es de 12 a 48 horas, pero puede prolongarse hasta 5 días, dependiendo de la cepa del virus o la cantidad del virus en el inóculo. La viremia generalmente coincide con la elevación de la temperatura, persistiendo durante 2 a 4 días. Los signos encefalíticos se presentan de los 4 1/2 a 5 días de originada la infección coincidiendo con la desaparición del virus circulante; es en este momento cuando se pueden empezar a detectar anticuerpos neutralizantes circulantes y al mismo tiempo la temperatura corporal regresa a su rango normal.
Lesiones macroscópicas: La aparición de lesiones macroscópicas en el SNC en los equinos inoculados con EEV varía desde lesiones no visibles, hasta extensas zonas de necrosis y hemorragias. Las lesiones reportadas en otros tejidos son muy variables. por lo que no tienen valor diagnóstico.
Diagnóstico de laboratorio: Solamente se puede hacer el diagnóstico definitivo por procedimientos de laboratorio, p.e., por el aislamiento del virus o la demostración de una elevación específica de títulos de anticuerpos neutralizantes por medio de la prueba de inhibición de la hemoaglutinación en sueros pareados (fase aguda y convalesciente). Frecuentemente los animales mueren antes de poder obtener suero convalesciente. Se ha demostrado a través de las experiencias de campo y estudios experimentales, que la viremia termina antes de que los primeros signos de encefalitis sean evidentes en animales infectados por el virus de la EEV. En estos casos la mayor posibilidad de aislamiento del virus es tomando muestras de suero de otros equinos con marcada elevación de la temperatura, y que se encuentran en lugares vecinos donde haya algún equino con encefalitis. También se puede aislar el virus del cerebro, páncreas o sangre completa de equinos muertos o agonizantes, pero con menor posibilidad de éxito en el aislamiento. El virus también es aislado por inoculación intracraneal, en ratones lactantes o en diversos sistemas de cultivos celulares.
Ciclo silvestre o enzoótico: Como se indicó anteriormente, las variantes ID, IE y los subtipos II, III, IV de1 virus de la EEV están invariablemente asociados con un ciclo selvático o enzoótico en el cual se presenta la transmisión roedor-mosquito; el hombre y los equinos sólo se involucran casualmente en este ciclo. Aunque las variantes silvestres y sus subtipos son patógenas para el humano y ocasionalmente han originado epidemias con algunas muertes, estas variantes y subtipos no lo son para los equinos. No se conoce ninguna variante o subtipo enzoótico en los roedores, que haya producido epizootias en los equinos. Generalmente, el virus se mantiene en el ciclo de los roedores, donde se encuentra un vector muy eficiente, como el Culex (Melanoconion) spp. Han sido identificados focos de actividad viral silvestre en Colombia y Panamá (subtipo l-D); México, América Central y Panamá (subtipo l-D y 1-E); los Everglades de Florida (subtipo II); Brasil y Trinidad (subtipo III-A); Colorado y Surinam (subtipo III -B) y Brasil (subtipo IV).
Ciclo epizoótico: De la misma manera, no se conocen variantes epizoóticas que hayan mostrado un ciclo enzoótico en roedores. Históricamente, se han presentado epizootias naturales de EEV en equinos en el norte de Sudamérica desde los años de 1920. La epizootia original de EEV, Venezuela en 1937, fue causada por la variante 1-AB, cual también fue responsable del gran brote de 1969-1972, que afectó a Ecuador, Centroamérica, México y E.U.A. La variante l-C fue causante de las epizootias de los años 1960 y 1970 en Colombia y Venezuela. Muchas especies de mosquitos y posiblemente otros insectos hematófagos, están involucrados en la rápida dispersión del brote durante las epizootias de EEV. Los equinos son los más importantes amplificadores de EEV, debido a las viremias extremadamente altas que circulan en esta especie. Las infecciones en humanos corren tangencialmente a las de equinos, pero a pesar de los niveles de viremia moderada ente altos, los humanos probablemente no contribuyan en forma significativa al mantenimiento y movimiento de la onda epizoótica. Se desconoce como se mantiene el virus virulento equino de la EEV (epizoótico) durante los períodos interepizoóticos, ni el origen de los brotes. Los mosquitos de los géneros Aedes, Anopheles, Culex, Deinocerites, Mansonia y Psorophora son los vectores eficientes de la EEV epizoótica.
Control: Durante las epizootias, para poder efectuar el control de la diseminación de EEV, es de vital importancia a restricción en el movimiento de equinos entre una zona epizoótica y una no infectada. Debido a los altos niveles de viremia de la EEV que presentan los equinos, la introducción le animales infectados en áreas no infectadas, crearía fácilmente nuevos focos de infección; sin embargo, no es suficiente el control de movimiento de la población equina para detener la propagación de la EEV.